Huerto de Halima
Creación del Huerto de la Wilaya de Bojador
¿En qué consiste esta iniciativa?
Tenemos el sueño de crear un huerto con la finalidad de reforzar la soberanía alimentaria de los refugiados saharauis en los campamentos y otorgarles así mayor independencia, su propia productividad de recursos.
Queremos apoyar la producción y distribución de vegetales entre la población más vulnerable, para ello se suministrarán los insumos necesarios para la creación de este huerto con una superficie de 2.000 metros cuadrados.
Con este huerto en la Wilaya de Bojador, o como a nosotros nos gusta llamar “El Huerto de Halima”, mejoraremos la calidad de vida de la población refugiada saharaui, contribuyendo a la ampliación y variación de su dieta básica.
Para ello, dotaremos de capacidades productivas a su población, se obtendrán una producción hortícola para el abastecimiento y reparto entre la población.
Este proyecto fue el sueño de Halima y ahora también es el nuestro.
Este proyecto fue el sueño de Halima y ahora también es el nuestro.
El fruto de la esperanza
Halima ya no está entre nosotros, pero su idea alimentará a las generaciones futuras gracias a tu ayuda.
En el pasado año, antes de su fallecimiento en julio de 2023, aunque ya era una mujer debilitada por la edad y con dificultades para caminar, seguía repartiendo los recursos que llegaban como ayuda humanitaria gracias a la Media Luna Roja.
El primer brote verde que creció de manos de Halima fue el fruto de unas semillas de tomate que Juana Abenza, nuestra presidenta de Sonrisa Saharaui, le proporcionó desde la tierra murciana. Fue el primer fruto pero no el último, porque tras esos primeros tomates también se cultivaría algo mucho mayor: la esperanza.
Halima Embarek
Halima exilió a través del desierto cuando el Sáhara occidental fue bombardeado de noche con bombas napalm y fósforo blanco que mató al menos a 39 saharauis e hirió a más de 75, la mayoría mujeres, ancianos y niños que huían de la ocupación del ejército marroquí en febrero de 1976.
Algunos se quedaron combatiendo e intentando proteger sus casas y otros muchos, hombres, mujeres, niños y niñas atravesaron el desierto sin saber a dónde ir. Caminaron a ciegas hasta que Argelia salió en su ayuda para acogerlos como refugiados, protegiéndolos del bombardeo y del hambre.
En ese escenario de bombas, sangre y polvo, el marido de Halima se quedó combatiendo, mientras Halima dio a luz a su primer hijo durante esa peregrinación sin rumbo cruzando el desierto. Halima junto a esas otras mujeres primeras en llegar, fueron las que levantaron el campo de refugiados que conocemos hoy día. Con sus propias melfas hicieron las primeras jaimas para tener un hogar. Se repartieron las tareas, se fueron organizando y creando poco a poco un reflejo de su propia sociedad mediante lo poco que tenían, algunas incluso empezaron a dar clase y mantuvieron el legado de la educación, además de ocuparse de la crianza de manera comunitaria, se convirtieron en un emblema de resistencia y supervivencia. Argelia les permitió quedarse en ese inhóspito rincón yermo y baldío en el que no crecía fruto.
Hasta ahora.